miércoles, 3 de septiembre de 2008

UNIDAD V


EL INVESTIGADOR


Un investigador es aquel que ejerce o practica la investigación o es aquel que quiere ampliar el conocimiento científico sin utilizar sin perseguir en principio una aplicación práctica

Un investigador es aquella persona que se preocupa por comprobar o averiguar ciertos hechos, para ello se debe plantear una interrogante o realizar una afirmación la cual deberá comprobar o refutar de acuerdo a todo el análisis que realice. El análisis conlleva un largo proceso que va desde una profunda búsqueda de material e investigaciones hechas con anterioridad sobre el mismo tema y aplicación de pruebas o análisis (dependiendo del área que se investiga) que ayuden a esclarecer las o la interrogante inicial la cual es el motor de una investigación
Se habla mucho de investigador "científico" en gral., pero hoy se ha actualizado por suerte el concepto, dado su amplio campo de actuación. Espero que mi aporte te sea útil. Es una persona con espíritu crítico, metódico, Ordenado, intencionado, tolerante y. respetuoso de los demás.
Para trazar un perfil del investigador, podemos describir tanto su actividad como la actitud que éste posee hacia su trabajo. Un investigador ejerce una actividad creativa y sistemática para acrecentar el conocimiento científico. En cierto modo, todos somos investigadores en cuanto a nuestra permanente curiosidad, el deseo de saber más, de preguntarnos por qué, cómo, ante cada hecho o acontecimiento.
Pero la investigación y sus hacedores siguen un método, desarrollan su trabajo de manera sistematizada. El planteo y desarrollo de hipótesis, de nuevas teorías, su confrontación con investigaciones y teorías existentes, etc, son pasos que da la ciencia y sus hacedores. En términos estrictos, el investigador es todo aquel profesional con diferente grado académico, que trabaja en pro de nuevos conocimientos, productos, procesos, métodos y sistemas correspondientes a la gestación de sus respectivos proyectos.
El investigador se apoya tanto en la teoría como en la experimentación y desarrolla su actividad en forma individual o grupal, pero sea cual fuera el camino, sus trabajos e investigaciones siempre deben ser comunicados. ¿Qué aspectos debe cultivar para ser un buen investigador? Como primer aspecto, la organización es una de las cualidades que debe reafirmar el investigador principiante. La organización le va a permitir hacer más llevadero un trabajo que requiere del tratamiento de lotes de información. Para ser organizado se requiere de estrategia, cómo se abordarán las escenas, qué registros se coleccionarán y cómo se recolectarán, de qué manera se analizarán. Un segundo aspecto tiene que ver con desarrollar una eficiente expresión escrita. El éxito de los hallazgos estará en función de las habilidades del investigador para registrarlos y para divulgarlos mayormente a través de un medio textual. El alcance de dar a conocer el trabajo del investigador por la vía escrita es impredecible. El tercero de los aspectos es asumir el rol de detective, de indagar más allá de las acciones de los protagonistas ¿Por qué actuó de esa manera? ¿Por qué se expresó así?, ¿Qué significa lo que dijo? La búsqueda de estas respuestas permitirán al investigador comprender la escena y obtener credibilidad en sus conclusiones al confrontarlas entre las diversas instancias de análisis de consenso en el estudio.
El cuarto aspecto que debe cultivar un buen investigador es aprender a vivir en la incertidumbre. Constituye un buen aliado dejarse llevar por la intuición. Hemos nacido y crecido en un sistema en el cual nuestras acciones están ordenadas en unos pasos racionalizados.
Desprenderse de esquemas tradicionales de investigación constituye un desafío para el investigador actual.
Este desafío también se presenta en otros campos. Recientemente vi en la televisión la entrevista a un director de películas que construye el libreto de las escenas con las reacciones propias de los protagonistas. El director planteaba que esta estrategia, alejada de poder ser interpretada como improvisación, le confiere mayor naturalidad a sus actores. El quinto aspecto se refiere a la sensibilidad que debe desarrollar el investigador con el entorno que le rodea y sus protagonistas. El investigador será sensible en la medida que logre comprender el verdadero significado de las acciones, sentimientos, creencias, expresiones, valores, de los participantes en las escenas que captura.
¿Qué no debe hacer como investigador? La anécdota que relata Schiel (1991) sobre la inserción del etnógrafo en el escenario ilustra las reacciones intelectuales propias con las cuales deberá debatirse el investigador en su trabajo, algo así como los demonios del investigador. Estos tienen que ver con la participación en la escena y con el objeto de la investigación. Uno de ellos consiste en acometer la tarea con la investidura de un juez, y en las primeras intromisiones en el ambiente, el investigador principiante se dedica a enjuiciar a los protagonistas y a las escenas. El investigador se debate intelectualmente entre lo que es y lo que debe ser, lo cual resta energía a la realización de un trabajo impecable. El otro tropiezo intelectual que debe afrontar el investigador se refiere a la concepción de ser investigador es ser un experto en soluciones. En ocasiones, el investigador aborda situaciones no para resolverlas sino para aproximarse al objeto de estudio. La investidura de asesor experto homogeniza el papel del investigador y de la investigación.

En la actualidad, el investigador tiene que afrontar desafíos propios de la imposición de la sociedad de la información. Las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información están modificando silenciosamente hasta nuestra manera de pensar. La evolución de las tecnologías de la información conformará parte de la cultura de nuestra sociedad informatizada. Cambiamos nuestra manera de presentar y acceder al conocimiento, y por lo tanto se modificará nuestro quehacer investigativo (Lyotard, 1987). Se dice que el conocimiento-saber cambió de status en las sociedades informatizadas, y por tanto es de esperarse que la investigación también lo haga. Ahora, el investigador accede fácilmente a lotes de información. El desafío es cómo procesar y darle tratamiento a esta abundante colección de datos que cambia su estado histórico aceleradamente ¿Qué tan significativa puede resultar una investigación? Una investigación será significativa en la medida en que se develan escenas de la realidad, lo que permanecía oculto, lo hace visible, evidente, comprensible. La investigación adquiere significado en su objeto de estudio y en cómo se abordó, cuando los actores se ven reflejados en las escenas tal cual ocurren y exclaman ¡eso lo he vivido yo! Pero la investigación no debería agotarse en reflejar acertadamente lo que ocurre y en su interpretación. También el investigador aportará elementos para vislumbrar el alcance de los hallazgos y su futuro, así como su utilidad para el mejoramiento de la educación y de la sociedad ¿Se agota en el estudio todos los elementos del fenómeno? Esto podría dar pistas para futuras investigaciones ¿Cuáles son las fortalezas teóricas, conceptuales, metodológicas de la investigación en desarrollo? De la respuesta se podría derivar la utilidad como aporte al conocimiento, a la técnica, a la práctica, a la experiencia.

Disculpa si fui muy extensa, pero me pareció interesante el contexto de actuación del investigador para abordar implicancias de su perfil y el por qué de tal perfil.

Características generales del investigador

La investigación recoge conocimientos o datos de fuentes primarias y los sistematiza para el logro de un nuevo conocimiento. En materia de seguros, muchas veces la investigación tiende a confirmar o recopilar lo que ya es conocido.
· La característica fundamental de la investigación es el descubrimiento de principios generales.
· Posee una sólida preparación académica.
· Se mantiene actualizado en las fronteras del conocimiento de su área de trabajo.
· Dirige o contribuye a desarrollar líneas de investigación que pueden ser identificadas por sus productos.
· Genera conocimiento original, relevante y de calidad como actividad primordial y sistemática. Difunde sus resultados mediante publicaciones avaladas por un arbitraje estricto. El ejemplo más claro es la publicación en revistas indizadas de circulación internacional. En algunas áreas, el trabajo del investigador está orientado a buscar la aplicación de su conocimiento en asuntos de trascendencia social o económica. Las aplicaciones pueden manifestarse en patentes, desarrollos tecnológicos, transferencias de tecnología y normas, entre otras.
· Participa activamente en la docencia universitaria con­tribuyendo a la formación de profesionales.
· Forma investigadores, profesores o técnicos altamente especializados y así contribuye a la creación o a la consolidación de grupos de investigación.
· Participa en la divulgación del conocimiento.
· Identifica, gestiona y coordina los recursos humanos, económicos y de infraestructura necesarios para la buena marcha de su investigación.



DIFICULTADES DE UN INVESTIGADOR




· muchas veces no mantiene un enfoque claro de lo que esta estudiando desviándose del enfoque que en realidad esta estudiando.

· Algunos investigadores no respetan las fuentes de donde extraen la información.


· El problema de la fuga de cerebros, aunque se ha agravado en los últimos años, no es nuevo, y tampoco la intención de resolverlo. Hace seis años se crearon contratos de reincorporación en un intento de copiar la fórmula más frecuente en los países del entorno para atraer a los investigadores jóvenes más brillantes.

· Muchos investigadores carecen de recursos económicos lo cual los limitan en su investigación.


· ¿por qué no publicamos, o por qué no publicamos más? Primero de tipo personal, acerca de "falta de tiempo"

· VARIABILIDAD TERMINOLÓGICA Y PODER EXPLICATIVO DEL CONCEPTO DE C.I.

La presente comunicación pretendía simplemente explicitar algunos de los problemas metodológicos y de ejecución que, desde nuestra experiencia, supone la investigación en el ámbito de la discapacidad mental. No hemos pretendido abarcar de forma exhaustiva los mismos y somos conscientes de la existencia de otros no comentados aquí, que sin embargo, están siendo discutidos ampliamente en la actualidad, p.e. la nueva definición de deficiencia mental, la adecuación o no de dar más peso al componente de adaptación social, etc. (McMillan et al., 1993; Reiss, 1994). Sin embargo, creemos que podría ser útil exponer en este escenario algunos de estos problemas de cara la búsqueda de soluciones comunes entre los distintos profesionales en el ámbito de la discapacidad mental.
Una de los primeras dificultades con las que se encuentra una persona que comienza su andadura de investigador en el campo de la discapacidad psíquica, consiste en resolver el embrollo que supone la existencia de una amplia y variadísima nomenclatura, ya que en muchos casos, los autores emplean términos diferentes para referirse al mismo grupo de sujetos (i.e. retraso secundario o retraso mental no orgánico, retraso mental cultural-familiar, etc. Burack, 1990). Este problema ha surgido, y sigue planteándose debido fundamentalmente, en nuestra opinión, a tres causas: (1) los distintos cambios terminológicos que se han ido realizando a lo largo de la historia, motivados muchas veces por las connotaciones peyorativas que acababan asociándose a las diferentes categorías clínicas (p.e. debilidad mental, subnormalidad, etc.); (2) el uso de diferentes nomenclaturas por parte de algunos autores para marcar o plantear diferencias de definición entre algunos grupos de sujetos, que en muchos casos no se fundamentan empíricamente, y, (3) el uso de ciertas etiquetas clínicas de forma ambigua o inadecuada (p.e. sujetos con dificultades de aprendizaje cuando se trata de sujetos con deficiencia mental). Esta gran variabilidad en las nomenclaturas utilizadas hace muy difícil la tarea de comparar resultados y teorías a través de los distintos estudios y autores, ya que en ocasiones, es difícil saber de qué grupo de personas con deficiencia mental estamos hablando.
Además, este problema enlaza con otro quizás de mayor relevancia, nos referimos a la definición de subgrupos clínicos dentro del ámbito de la deficiencia mental. Así, una de las principales y más utilizadas distinciones es la clasificación en sujetos con deficiencia mental orgánica (i.e. sujetos con una orgánica establecida) y sujetos con deficiencia mental no orgánica.
Esta clasificación tan general no está exenta de problemas; así, podemos encontrar dos posiciones encontradas dentro de la literatura: la llamada "aproximación no diferenciadora" (según la terminología empleada por Hodapp et al., 1990) según la cual no hay diferencias en las dificultades que presentan estos dos grupos de sujetos, por lo que se hace innecesaria esta distinción. (Burack, 1990), y, la llamada "aproximación de los dos grupos", según la cuál sí existirían diferencias entre estos dos grupos de sujetos, (así, se ha postulado un mayor nivel de retraso cognitivo -i.e. un C.I. más bajo- en los sujetos con deficiencia mental orgánica que en los sujetos con deficiencia mental orgánica; presentan además de retraso, alteraciones en el desarrollo (-Hodapp et al., 1990-, etc). Sin embargo, a nuestro modo de ver, existen al menos dos razones para poner en cuestionamiento cualquiera de estas dos posturas. Por un lado, estas dos etiquetas son tan generales e inespecíficas, en especial la de deficiencia mental no orgánica, que casi puede decirse que son "cajones de sastre". Así, dentro de la categoría de deficiencia mental orgánica tenemos sujetos con etiologías completamente diferentes (i.e. alteraciones cromosómicas, infecciosas, traumatismos, etc. Gisbert et al., 1980), que comparten alteraciones comunes debidas a su retraso mental, pero que también pueden presentar alteraciones en ámbitos concretos del desarrollo diferentes, así, p.e. los sujetos con frágil X presentan más dificultades en su desarrollo linguístico que las que parecen presentar los sujetos con síndrome de Down (Sudhalter et al., 1990); el tipo de lenguaje denominado "coktail party" característico de los sujetos con hidrocefalía no parece tampoco caracterizar a los sujetos con síndrome de Down. Con respecto a la deficiencia mental no orgánica, o de etiología inespecífica, el cuadro es aún más confuso, ya que esa etiqueta sí que se ha convertido en un "cajón de sastre" donde se incluyen sujetos con retraso mental cuya causa orgánica no ha podido establecerse, sujetos que supuestamente no presentan ninguna alteración orgánica, sino lo que se ha venido denominando por algunos autores como una "herencia pobre", etc. Por todo ello, en nuestra opinión, utilizar esta etiqueta para establecer un grupo experimental presenta el problema de considerar una homogeneidad grupal que en realidad no puede garantizarse.
Todos los problemas de definición de grupos que se han venido comentando hasta aquí enlazan con un problema aún de mayor envergadura en nuestra opinión, el valor explicativo que tiene el concepto inteligencia (en este caso de falta de la misma) para las alteraciones y/o retrasos que presentan estos sujetos en distintos ámbitos del desarrollo. Este concepto no nos dice mucho acerca de qué procesos y mecanismos cognitivos están deteriorados, en qué medida lo están, cuáles de éstos problemas son específicos de un bajo C.I. y cuáles no. En este sentido, y en relación al desarrollo del lenguaje, los estudios de Abbeduto et al. (1989; l991) han mostrado que los retrasos en el desarrollo del lenguaje que presentan los sujetos con retraso mental no pueden ser sólo explicables en función de su C.I., puesto que según sus estudios, estos sujetos presentan retrasos en su desarrollo del lenguaje que no se corresponden con su nivel de C.I..
Si bien la solución de todos los problemas anteriores no es simple, creemos que se pueden plantear distintas vías que en nuestra opinión ayudarían a clarificar un poco más este ámbito. En primer lugar, sería recomendable que tanto los profesionales encargados del diagnóstico de estos sujetos, como los investigadores del campo, trataran de aunar sus nomenclaturas (p.e. utilizando los sistemas diagnósticos más comunes DSM y CIE 10) y que especificarán (o definiesen) que sistema clasificatorio están empleando.
Por otra parte, de cara a la mejor definición de qué dificultades comunes y/o no comunes presentan los distintos subgrupos de sujetos con deficiencia mental, consideramos que serían de suma utilidad los estudios que comparen los problemas que presentan distintos subgrupos de deficientes mentales (p.e. sujetos con síndrome de Down con sujetos con frágil X, sujetos con deficiencia mental orgánica vs sujetos con deficiencia mental de etiología inespecífica, etc.) y, también estudios comparativos entre sujetos con deficiencia mental y sujetos con otros trastornos del desarrollo (p.e. sujetos con autismo infantil, sujetos no autistas con trastornos severos del desarrollo, etc.) que ayudarían a clarificar aún más el rol del concepto de C.I. en la explicación de las dificultades en distintos ámbitos del desarrollo.
Y por último, creemos que la investigación orientada a evaluar qué procesos y mecanismos cognitivos están afectados, en qué medida lo están y de qué forma las distintas dificultades que presentan estos sujetos interactúan para configurar un patrón de desarrollo particular, es de fundamental importancia si queremos entender realmente en qué consiste el retraso mental y, si los hay, cuáles son los diferentes modos de retraso mental que podemos encontrar.

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